Hace quince años que descubrí la meditación, y desde entonces ésta ha sido una compañera de camino que me ha ayudado en la vida y que he visto ha ayudado a muchas personas.

 

Aprendí con un dominico el Padre Moratiel, que fundó la Escuela del silencio y que nos enseñaba meditación budista zen. Cómo buen sabido reconocía que por debajo del contexto cultural, había tradiciones que nos hablaban de lo mismo, de cómo desarrollar nuestro potencial y cómo trabajar la mente, un lugar que en muchas ocasiones nos hace sufrir.

Desde entonces no he dejado de practicar, de investigar, de formarme, mi camino ha sido la meditación tradicional zen y tibetana. Incluso el fundador del Mindfulness, Jon Kabat-Zinn, reconoce cómo ha bebido de el budismo como base de su método. Cómo él, muchos psiquiatras, psicólogos y otros profesionales del desarrollo personal, en los años sesenta y setenta, viajaron a oriente para conocer algo más de la meditación, ya que reconocían el gran trabajo que sobre la mente había realizado el budismo. Una tradición que dice que todos tenemos un buda dentro, señalando con ello todo el potencial que tenemos para desarrollar.

Comencé a meditar por inclinación natural y porque al mes de practicar con continuidad vi los efectos.

Efectos que en ese momento no tenían explicación para mí, pero que pude ir observando. Moratiel decía que el silencio cura, y que no estamos nunca en silencio, porque incluso cuando callamos con la boca, interiormente tenemos un discurso interno que no para de contar historias “historias que además nos creemos”

La meditación es un camino para parar, para entrar en el silencio sanador y conectar con otra parte de nosotros. Al mes de practicar cómo decía, noté como la velocidad de mis pensamientos bajaba. Y ojo que no es que esté mal pensar, la cuestión es que en nuestra sociedad hay una omnipotencia de la mente, que deja de lado escuchar otras partes de nosotros. A veces esos pensamientos nos controlan a nosotros, cuantas veces queremos parar, irnos a dormir, desconectar y no podemos, porque nuestra mente va en automático y sin freno.

Con el tiempo comprendí las bases científicas de la meditación, y entendí mejor que ese rato diario que utilizaba en mi vida, tenía beneficios para mi sistema nervioso, me ayudaba a conocerme, me ayudaba a tener mayor perspectiva ante mis retos y problemas, y sobre todo me ayudaba a no echar más leña al fuego ante las cosas que podían preocuparme, sino sumar calma en lugar de tensión, ayudándome a llevarlas de una manera más sana.

Descubrí que la meditación potencia la creatividad, porque está íntimamente relacionada con el equilibrio de los hemisferios cerebrales. Ayuda a que nuestro hemisferio izquierdo, descanse, se regenere; a que nuestro hemisferio derecho ocupe espacio, se ponga en funcionamiento y nos hable.

Así que un camino tan personal, que me llevo a ir a cursos, monasterios, a formarme y sobre todo a aplicarlo en mi vida, se convirtió en un recurso profesional. Comparto con quienes trabajo lo que tengo y veo útil.  Enseño desde hace años a meditar a grupos, personas particulares y a mis alumnos. Y lo enseño porque emprender mueve muchos miedos y emociones, o en el trabajo muchas veces nos enfrentamos a muchas situaciones de estrés difíciles de manejar.

Incorporar la meditación como práctica, ayuda a potenciar la creatividad, a tener mayor serenidad y actuar de manera menos impulsiva ante los retos diarios, explorando maneras más sabias de enfrentarlos.

Descarga La Guía de Meditación Básica

En ella encontrarás claves que te ayuden a aproximarte a esta práctica.

¡Gracias! Ahora ve a tu correo electrónico, y confirma tu suscripción a La Jardinera para recibir tu Guía de Meditación.

Share This