Para manejarnos óptimamente en la vida, en cualquier área, necesitamos equilibrio. A nivel profesional esta ecuación funciona de la misma manera: no por mucho hacer nos cunde más, ni por hacer con más prisa y presión tenemos mejores resultados, por el contrario, estas inercias nos agotan y embotan.
En mayo de 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconocía oficialmente como enfermedad el ‘burnout’ o ‘desgaste profesional’ definiéndolo como “un trastorno emocional vinculado al ámbito laboral que aparece como consecuencia de una situación de estrés laboral crónico, fruto de la incapacidad para desconectar del trabajo, lo que repercute negativamente en la salud física y mental”.
Muchas empresas e instituciones siguen apoyando maneras de trabajar obsoletas y degastadoras, que socaban la energía y el talento individual y colectivo. Muchas personas seguimos cayendo en ciclos continuos de desgaste y bloqueo, donde la salud y el bienestar se esfuman.
La cuestión en bien sencilla: nuestro organismo necesita alternancia entre la actividad y el descanso. No somos máquinas, sino personas. No hay otro camino sino el de reconocer nuestra naturaleza y aprender respetarla, si queremos vivir con cierta armonía y funcionar bien.
Quizá estarás pensando ¡soy autónoma y eso no es posible para mí ! o ¡en mi empresa se me exige trabajar mañana y tarde! En ambos casos hay respuesta: más horas no es más efectividad, así de sencillo. Esto no significa que el trabajo no implique dedicación de horas y energía, sino ser consecuentes con algo obvio: nuestros resultados no dependen sólo de cantidad, sino de la calidad.
De hecho, según el informe ‘La productividad del trabajo y la conciliación laboral’ 2018, realizado por el EAE Business School, España se encuentra a la cabeza de los países donde se trabaja más horas al año en Europa y cuyas tasas de productividad son más bajas. Se trabaja más que en Alemania, Dinamarca o Noruega que están a la cabeza entre los países que menos tiempo dedican al trabajo y tienen mayor productividad. Noruega, por ejemplo, es el país con mayor productividad, con un 79,9%, y el tercer que menos horas trabaja.
Por tanto seguimos haciendo cosas que no tienen ningún fundamento, sino que repetimos por inercia y apoyándonos en creencias falsas. No estaría mal actualizar nuestro GPS y orientar nuestro enfoque del trabajo desde una visión más realista: trabajar muchas horas, o hacerlo desde la presión y angustia no ayuda a hacer un buen trabajo, simplemente juega en contra.
Además, cuando tenemos muchas horas por delante solemos no centramos en las prioridades. También está demostrado como la atención y la concentración tienen picos a partir de los cuales el rendimiento disminuye.
Siempre digo que nos mandan a trabajar como si lo supiéramos todo, y hay cosas esenciales en las que no se nos dan ni unas mínimas pautas que nos ayuden, como en el tema de organización laboral y productividad, que no tiene que ver con estrujarse para dar resultados, sino todo lo contrario, con cuidarnos y cuidar lo que tenemos entre manos, porque si funcionamos mejor damos mejores frutos.
Cuando estamos metidxs en el bucle, parar es difícil. Solemos enroscarnos en el círculo vicioso de hacer, porque esa adrenalina nos mantiene alerta y parece que nos da energía, pero esa forma de cargar la pila es falsa y tarde o temprano pasa factura.
El on-off es esencial para estar afinadxs: Nuestro sistema nervioso autónomo está conformado por una doble vía activa y pasiva: un sistema simpático que nos ayuda a hacer frente a los retos, a estar en activo, y un sistema parasimpático, pasivo y de descanso, donde las funciones de reparación y restauración se ponen en marcha. En momentos puntuales podemos hacer sprint o echar más horas, pero continuamente estar sobrepasando nuestros límites nos enferma.
Pasar de la lógica de la exigencia a la del cuidado es crucial.
Ahora es el momento para muchas personas de tomar vacaciones (muchas o pocas) la invitación es aprovecharlas realmente, aunque te cueste dejar de poner el pie en el acelerador. Si las descansas, disfrutas y desconectas, la pila se recarga y cuando retomes el trabajo lo harás con más energía y atención.
Descansar es necesario y además es productivo.
Parar compensa, haz la prueba.