El mindfulness nos propone adiestrar nuestra mente y una de sus premisas básicas es saber integrar lo que se llama el modo hacer y el modo ser.

El modo hacer se identifica con un modo de pensar y hacer reactivo e incesante. Aunque se le nombre como modo hacer, no sólo hace referencia a una acción, sino que abarca una posición mental, una respuesta emocional y una manera de actuar.

Está conformado por un marco narrativo: el diálogo interno y la mente de mono. En él automáticamente vamos etiquetando la realidad y la experiencia con conceptos, al mismo tiempo que enjuiciándola en bueno-malo, agradable-desagradable, etc.

A nivel de actuación este modo hacer está conformado por dos sistemas, según Paul Gilbert :

  • El sistema de amenaza y defensa, donde nos activamos para enfrentamos a lo que consideramos una amenaza, ya sea real o imaginaria. La respuesta en este caso es luchar, huir o paralizarse. Las emociones que se suscitan son la rabia, la ira, el miedo y está regulado por hormonas como la adrenalina y el cortisol.
  • Sistema de incentivo y búsqueda donde nos activamos para la búsqueda de recursos que necesitamos, y cuya consecución apreciamos cómo recompensa o logro. Genera emociones relacionadas con el placer y se activa a través de la dopamina.

Este modo hacer se complejiza porque los hechos ante los que reaccionamos pueden ser reales o imaginarios, como decíamos, y además porque ante lo que nos sucede se pueden activar mecanismos manipulación en lugar de la aceptación.

Estos mecanismos son el apego y el rechazo. Me apego y quiero quedarme con lo que me agrada, estirarlo para que perdure como un chicle. O bien rechazo lo que no me gusta y genero toda una resistencia intentando evitarlo, huir o quitármelo de encima.

Sin embargo, la existencia es dinámica e impermanente. Este momento es grato y pasa, y querer guardarlo para que se mantenga es inútil. También la vida tiene momentos difíciles y dolorosos, querer resistirse a ellos es absurdo, por el contrario “a lo que te resistes, persiste”.

Como se dice “el dolor es inevitable el sufrimiento es opcional” y lo que nos hace sufrir es la pelea con la realidad. Esta manipulación además de ser absurda, añade más enredo mental, emocional y confusión a nuestras vidas.

El mindfulness nos ayuda a percatarnos de esta manera de funcionar y nos invita a cultivar otro modo que es el ser, donde aprendemos a bajamos del tren de estar en el huir o conseguir y cultivamos el conectar con nuestra experiencia en el presente, sea cual sea, con el objetivo de acogerla y abrirnos a lo que nos trae.

Este modo hacer, es lo que en el sistema de Paul Gilbert se llama Sistema de Confortamiento, Satisfacción y Seguridad. Un sistema de calma y aceptación que no va de resignarse sino de comprender que hay cosas que no están en nuestra mano y que lo que sí depende de nosotros es la actitud con la que las vivimos: podemos echar más leña al fuego o tomarlo con la mayor calma y sabiduría posible. Las hormonas que están involucradas en este sistema son las endorfinas y la oxitocina.

Este es el estado que cultivamos con la práctica de la meditación, donde aprendemos a ir liberándonos de los automatismos de la reactividad para adentrarnos en el ser y su sabiduría.

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