Todos los problemas de la humanidad, proceden de la incapacidad del ser humano para quedarse quieto en una habitación sentado y con tranquilidad.
Blaise Pascal

La manera habitual de funcionar de nuestra mente es a modo piloto automático, estar dando vueltas al coco sin parar, yendo de un asunto a otro, permaneciendo en un estado de abstracción donde nos desconectamos del ahora.

Al meditar ejercitamos intencionadamente el salir de esa mente divagante y cultivar una más presente y calmada, para ello aprendemos a colocarnos en una posición corporal y mental.

Cómo cualquier aprendizaje ambas posturas necesitan práctica y tiempo hasta hacernos con el hábito.

Postura corporal

En el zen se dice, que cuando se tiene una postura corporal correcta se está en un estado mental correcto, la postura adecuada nos coloca en sí en un estado de centramiento.

La invitación básica es quedarnos en quietud y silencio. Hay determinadas posturas la más conocida es la de sentarse en el suelo en un cojín para meditar (zafú) o un banquito. Al principio no se suele tener material para meditar, así que puedes coger un par de mantas gruesas y colocarte encima de ellas.

Sentarse de esta manera es común en oriente, pero no en occidente, así que puedes adaptarlo a sentarte en una silla, por ejemplo. De hecho, todo el marco de trabajo del Mindfulness diseñado por Jon Kabat-Zinn trabaja en esta adaptación.

A modo resumen los puntos clave son:

Columna

Se trata de mantener una posición erguida pero no tensa. La columna vertebral tiene que estar recta.

Para ello cuando nos sentamos sobre un zafu o cojín de mediación, nos sentamos de la mitad hacía delante, apoyándonos en los isquiones, nuestras caderas se elevan y las rodillas se apoyan en el suelo.

Te ayudará con la posición:

  • Imaginar cómo alineas tus orejas con los hombros.
  • Relajar los hombros, dejarlos caer hacia abajo y un poco hacia atrás.
  • Imaginar que en tu coronilla tienes como un hilo que tira hacia arriba de forma que la parte superior de tu cabeza se espiga hacia arriba.
  • Recoger el mentón hacia el pecho

Piernas: Hay distintas posiciones de piernas. Digamos que la más completa es la que se llama posición de loto:  en ella el pie izquierdo está sobre el muslo derecho y el pie derecho, sobre el muslo izquierdo. Esta posición está señalando la unidad de la dualidad.

Hay otras variantes con menos exigencia para practicar progresivamente:

  • Postura birmana
    Donde el talón del pie izquierdo se pega al zafu y ponemos el pie derecho delante.
  • Postura de cuarto de loto
    Variantes donde el pie derecho se coloca sobre la pantorrilla de la pierna izquierda.
  • Postura de medio loto
    Variante donde se sube el pie derecho de la pantorrilla al muslo.

    Si ninguna postura de las anteriores te resulta cómoda siéntate cruzando sin más las piernas intentando que tus rodillas toquen el suelo, puedes ayudarte de cojines como apoyo si lo necesitas. Si vas a hacerlo en una silla ponte a filo del asiento e intenta que la planta de los pies esté apoyada en el suelo.

    Brazos y manos:  Rota tus hombros hacia atrás y coloca tus brazos relajados, ligeramente separados del cuerpo, se dice que pareciera que se estuviera sujetando un huevo en cada axila sin romperlo.

    Respecto a las manos, para iniciar puedes simplemente apoyar tus manos sobre tus muslos, con las palmas boca abajo o boca arriba. Poco a poco cuando vayas avanzando iras descubriendo los mudras o posiciones concretas de las manos.

    En general cuando comenzamos a meditar la postura nos puede costar. Es cuestión de paciencia y constancia que nos acostumbremos, y que vayamos progresivamente afinando algo más en los detalles de la misma.

    Si prácticas esta postura y le añades la atención en algo tan básico con tu respiración, centrándote es las sensaciones al tomar el aire y expulsarlo, ya tienes un estupendo anclaje.

    Postura o posición mental

    Cuando meditamos aprendemos a colocarnos en un lugar diferente a nivel metal, un lugar de observación interna.

    Estamos acostumbrados a mentalizar constantemente, a vivir desde la omnipotencia de la mente, de cabeza hacia arriba muy desconectados de nuestro cuerpo, nuestras sensaciones y por tanto con poca conciencia de los que nos sucede a otros niveles.

    Esta mente produce constantemente pensamientos de manera automática sin necesidad de que voluntariamente queramos. Se dice que el 95 % de nuestro pensamiento es basura.

    A esta mente errática se le llama “Mente de Mono” porque no para de ir de un lugar a otro sin quedarse quieta, moviéndose compulsivamente y produciendo ruido mental sin sentido.

    Esta mente:

    • Nos aparta del presente, porque constantemente va del pasado a futuro, perdiendo la energía en un pasado que no podemos cambiar o en un futuro que desconocemos.
    • No nos permite la calma porque incesantemente está generando contenido y llamando nuestra atención. Está siempre en funcionamiento aun cuando voluntariamente no le necesitemos y lo que queramos sea descansar.
    • Nos aparta de la experiencia, porque constantemente va etiquetando, juzgando y poniendo palabras a todo lo que vivimos.
    • Esta mente está muy relacionada con una parte de nuestra mente, el hemisferio izquierdo que es un hemisferio del lenguaje, del pensamiento más condicionado, que planifica, organiza y piensa linealmente.

    La práctica consiste en ver esa mente, y aprender a no dejarte arrastrar por todo lo que te propone. Lo habitual es que llegue un pensamiento, nos seduzca con sus planes y nos vayamos donde nos lleve, al pasado o al futuro, perdiendo el presente. La clave es aprender a escucharlos sin atenderlos. No intentes no tenerlos, sólo práctica no enredarte en ellos.  Meditar no es dejar la mente en blanco, esa es una guerra perdida de ante mano.

    A través de la práctica de la meditación cultivamos una posición de observación interna que nos ayuda a:

    • Conocer cómo funciona esta mente y reconocer el mundo de pensamientos, imágenes y sentimientos que nos habita, y que mayormente nos domina.
    • A ver todo ello sin identificarnos: vemos todo lo que produces nuestra mente y decimos esto es un pensamiento que tengo, yo no soy mi pensamiento.
    • Cultivar otra parte de nosotros. Cuando el hemisferio izquierdo se hace menos dominante, el hemisferio derecho tiene más espacio para ser. Este hemisferio derecho es un hemisferio intuitivo y sabio, que no habla con palabras, por el contrario, necesita silencio para manifestarse, meditando se lo damos.

    Descarga La Guía de Meditación Básica

    En ella encontrarás claves que te ayuden a aproximarte a esta práctica.

    ¡Gracias! Ahora ve a tu correo electrónico, y confirma tu suscripción a La Jardinera para recibir tu Guía de Meditación.

    Share This